Gris...


Continuando con mis 'manifiestos' que más allá de que ustedes me lean y me conozcan, los uso como confirmación personal y punto de partida para más y más análisis introspectivo de mi mente.

Uno de los síntomas más elocuentes de la confusión y quiebra moral, que observo, de la cultura actual, es la actitud, incluso de moda en relación con las cuestiones morales y que podemos resumir como: "No hay negros o blancos, solo hay grises".

Esto se aplica a personas, acciones, principios de conducta y a la moralidad en general. "Negro o blanco", en este contexto, significa "bueno o malo" (vean el uso invertido en la frase, es psicológicamente interesante).

En todos los aspectos en los que se quiera examinarlo, este concepto está lleno de contradicciones (la principal es la falacia del llamado "concepto robado"*). Si no hay "negros o blancos", tampoco habrá grises, mezcla de los dos.

*del artículo "El Concepto robado" de Nathaniel Branden

Antes de identificar algo como "gris", debemos de saber qué es negro y qué es blanco. En el terreno de lo moral esto significa que primero es preciso identificar qué es bueno y qué es malo (chequen otra vez, la inversión... divertido, no edito). Cuando un hombre ha identificado que una alternativa es buena y la otra, mala, ya no tendrá justificación alguna para elegir una mezcla. No puede haber justificación para elegir aquello que se sabe que es malo. En la moralidad, lo "negro" es, predominantemente, el resultado de intentar pretender que uno mismo es "gris".

Si un código moral (como el altruismo) es, de hecho, imposible de practicar, es el código lo que debe de ser condenado como "negro" y no evaluar a sus víctimas como "grises". Si un código moral prescribe contradicciones irreconciliables -de manera que, al elegir el bien respecto de una cuestión dada, el hombre cae en el mal respecto de otra-, es el código el que debe de ser rechazado como "negro". Si un código moral es inaplicable en la realidad, si no ofrece guía alguna excepto una serie de órdenes y mandamientos arbitrarios, carentes de fundamento y ajenos a la naturaleza, que deben de ser aceptados por fe y practicados en forma automática, como un dogma ciego, no es posible clasificar debidamente a quienes lo practican como "blancos", "negros" o "grises": un código moral que prohibe y paraliza el juicio moral individual es una contradicción en sí mismo.

Si en una compleja cuestión moral un hombre se esfuerza por determinar qué es correcto, pero fracasa o comete honestamente un error, no se le puede considerar "gris"; moralmente, es "blanco". Los errores de conocimiento no son violaciones a la moral; ningún código moral correcto puede reclamar infabilidad u omnisciencia.

Si para escapar a la responsabilidad de un juicio moral un hombre cierra los ojos y su mente, si evade los hechos en una cuestión dada y se esfuerza por no saber, no podrá considerarse "gris"; desde el punto de vista moral es completamente "negro".

Muchas formas de confusión, falta de certeza y descuido epistemológico ayudan a ocultar las contradicciones y disfrazan el verdadero significado de la doctrina de la moralidad gris.

Algunas personas creen que no es más que una repetición de frases constantes populares, tales como: "Nadie es perfecto en este mundo", es decir, que todo hombre es una mezcla de bien y mal, y, en consecuencia, moralmente "gris". Dado que la mayoría de la gente responde a esta descripción, se le acepta como si fuera un hecho natural que no necesita consideración adicional. Pero, olvidan que la moralidad sólo se aplica a cuestiones abiertas a la elección del hombre (o sea, su libre albedrío) y, por ende, en esta cuestión no hay generalizaciones válidas.

Si el ser humano es "gris" por naturaleza, no se le pueden aplicar conceptos morales, incluyendo el "tono gris", y no es posible la moral... Pero si el hombre tiene libre albedrío , el hecho de que diez hombres (o diez millones) hayan hecho la elección errada no implica que también el decimoprimero debe errar; no implica nada, ni prueba nada, en relación con un individuo dado.

Existen muchas razones por las cuales la mayoría de las personas son moralmente imperfectas, quiero decir, sostienen premisas y valores mezclados y contradictorios (ejemplo: la moralidad altruista que últimamente debato), pero esa es otra cuestión. Sin considerar las razones de sus elecciones, el hecho de que la mayoría de la gente sea moralmente "gris" no invalida la necesidad de moral que tiene el ser humano ni la necesidad de "blancura" moral; por el contrario, hace esta necesidad imperiosa.

No justifica el "convenio" epistemológico de desentenderse del problema al relegar a todos los hombres a una moral "gris" y, en consecuencia, negarse a reconocer o practicar "blancura". Tampoco sirve como una evasión de la responsabilidad de emitir un juicio moral: salvo que uno esté dispuesto a dejar de lado la moral y considerar que un pequeño oportunista y un asesino son moralmente equivalentes, todavía debe de juzgar y evaluar la enorme gama de "grises" que puede encontrarse en el carácter de un individuo. Y la única manera de hacerlo es a través de un criterio claramente definido de lo que es "negro" y lo que es "blanco".

Un concepto similar, y que involucra errores también similares, es el que sostienen algunas personas que creen que la doctrina de la moralidad gris es simplemente una forma distinta de decir: "Todo tiene dos caras, dos lados de la moneda", proposición cuyo significado, tal como se acepta, es que nadie está nunca completamente en lo cierto o completamente errado.

Pero no es esto lo que la proposición significa o implica. Lo único que implica es que al juzgar una cuestión dada debe de tomarse en cuenta, o escuchar, a las dos partes. Esto no quiere decir que las posiciones tomadas por ellas sean igualmente válidas ni que pueda haber una medida de justicia en ambas. Con mucha frecuencia la justicia estará de un lado y las presunciones injustificadas (o peor), del otro.

Naturalmente, existen cuestiones complejas donde ambas partes tienen razón en algún aspecto y están equivocadas en otro, y es aquí donde se justifica menos el "convenio" de declarar a ambos lados "grises". Éstas son las cuestiones en las que se requiere la más rigurosa precisión al emitir el juicio moral para identificar y evaluar los distintos aspectos involucrados, lo cual sólo puede hacerse desenredando los elementos "blanco" y "negro" entrelazados.

El error básico en todas estas variadas confusiones es el mismo: consiste en olvidar que la moral trata únicamente de cuestiones sometidas a la elección humana, o sea: olvidar la diferencia entre "incapaz" y "renuente". Esto permite a la gente traducir la frase: "No hay negros ni blancos" como: "Los hombres son incapaces de ser totalmente buenos o totalmente malos", lo cual se acepta con vaga resignación, sin cuestionar las contradicciones metafísicas implicadas.

Pero pocas personas lo aceptarían si a esa frase hecha se le diera el significado verdadero que se intenta introducir en sus cerebros: "Los hombres son -renuentes- a ser totalmente buenos o totalmente malos".

Lo primero que se diría a quien defendiese tal proposición sería: "Habla por ti mismo, no por los demás", y eso, realmente, es lo que el hombre hace, consciente o inconscientemente, en forma intencionada o inadvertida, cuando declara: "No hay negros ni blancos", pues lo que expresa es una confesión psicológica que quiere decir: "No estoy dispuesto a ser totalmente bueno y, por favor, no me considere totalmente malo."

Así como en epistemología el culto a la falta de certeza es una rebelión contra la razón, en la ética, el culto a la moralidad gris es una rebelión contra los valores morales. Ambos son una rebelión contra el absolutismo de la realidad.

Así como el culto a la incertidumbre no podría tener éxito mediante una abierta rebelión contra la razón y, en consecuencia, se esfuerza por elevar la negación de la razón a una suerte de razonamiento superior, el culto a la moralidad gris no podría tener éxito mediante una abierta rebelión contra la moral, y se esfuerza por elevar la negación de la moral a una forma de virtud superior.

Veamos como uno encuentra la doctrina: raras veces se le presenta como un acto positivo, como una teoría ética o como un tema sujeto a discusión, incluso, termina discusiones tajantemente. Lo escuchamos en forma negativa, como una objeción tajante o un reproche incluso, expresada de forma que implica que uno es culpable de violar un absoluto tan evidente que no requiere de más discusión. En tonos variados: sorpresa, enojo, indignación, sarcasmo... Se nos enfrenta a la doctrina de forma acusadora: "Seguramente no pretenderás pensar en términos de negro o blanco, ¿verdad?"

Llevados por la confusión, la impotencia y el miedo que produce toda cuestión que involucre a la moral, la mayoría de la gente con cierto sentimiento de culpa dice: "No, claro que no", sin tener una idea clara de la naturaleza de la acusación. No se detienen a tratar de comprender que lo que en realidad se les está diciendo es: "Seguramente no serás tan injusto como para discriminar entre le bien y el mal, ¿verdad?", o: "Seguramente no serás tan malvado como para dedicarte a buscar la verdad, ¿no?, o: "Seguro no serás tan inmoral como para creer en la moral, ¿verdad?"

Los motivos de esa frase hecha son tan obvios -culpabilidad moral, miedo al juicio moral y apelar para obtener el perdón total- que viendo la realidad sería suficiente para demostrar lo desagradable que es la confesión que hacen. Pero la evasión de la realidad es tanto la condición previa como la meta del culto de la moral gris.

Desde el punto de vista filosófico, ese culto es una negación de la moralidad, pero psicológicamente no es ésa la meta de quienes se adhieren a él. Lo que buscan no es la amoralidad, sino algo más profundamente irracional: una moralidad no absoluta, fluida, elástica, "a medias".

No proclaman que están "más allá del bien y el mal"; lo que tratan de preservar son las "ventajas" de ambos. No desafían a la moral ni representan una extravagante versión medieval de cultores del mal.

Lo que les da un sabor peculiarmente moderno es que no abogan por vender su alma al diablo; la venden al menudeo, poco a poco, a cualquier revendedor que quiera comprarla.

No constituyen una corriente filosófica de pensamiento; son un típico producto de la falta de filosofía, de la bancarrota intelectual que ha producido el irracionalismo en la epistemología, un vacío moral en la ética y una economía mixta en la política.

Una economía mixta es una guerra amoral de grupos de presión carentes de principios, de valores o de toda referencia con la justicia, una guerra cuya arma final es el poder de la fuerza bruta, pero cuya forma externa es un juego de transacciones. El culto de la moral gris es una moralidad acomodaticia que hizo posible ese juego de transacciones; y los hombres que se aferran ahora a ella en un desesperado intento por justificarlas.

Veamos como un aspecto dominante de esta posición no es una búsqueda de lo "blanco" sino del terror obsesivo de ser catalogado como "negro". Observemos como abogan por una moralidad que sostiene la transacción como criterio de valor y que hagan posible ¡medir la virtud por la cantidad de valores que están dispuestos a traicionar!

Las consecuencias y los "intereses creados" de esa doctrina podemos verlos por todas partes a nuestro alrededor. Amigos míos, amigos míos dedicados a la política en nuestro país; sí amigos míos...

Veamos en la política, el termino extremismo se ha convertido en sinónimo de maldad, sin tener en cuenta el contenido de la cuestión (la maldad no reside en que se defiende en forma "extremista", sino en el hecho de ser "extremista", es decir, coherente). Para no hacerlo tan directito "my politics friends", ejemplifico a los llamados neutralistas de las Naciones Unidas, son algo peor que meramente neutrales en diversos conflictos que se "organizan" los Estados Unidos; se han comprometido, como principio, a no reconocer diferencia alguna entre ambos lados, a no considerar jamás los méritos de una cuestión y a buscar siempre una transacción, cualquiera que sea, en cualquier conflicto, como, por ejemplo, entre el país agresor y el país invadido.

Veamos en la literatura, el surgimiento de algo llamado antihéroe, que se distingue por no tener nada que lo distinga, ni virtudes, ni valores, ni metas, ni carácter, ni entidad, pero si ocupa, en obras de teatro, cine, novelas, la posición que antes ocupaba el héroe, con el argumento centrado en sus acciones, aun cuando él no hace ni llega a nada. Veamos como el término "los buenos y los malos" se usan de forma despreciativa y, sobre todo en la televisión, vemos la rebelión contra los "finales felices", la demanda de que a los "malos" se les den las mismas oportunidades y se les adjudique la misma cantidad de victorias.

Igual que en una economía mixta, los hombres de premisas mixtas pueden ser llamados "grises", pero, en ambos casos, la mezcla no permanece "gris" por mucho tiempo. "Gris" en este contexto es un preludio para "negro". Podrá haber hombres "grises" pero no pueden haber principios morales "grises". La moral es un código de negro y blanco. Si los hombres intentan una transacción, es obvio cuál de las partes necesariamente perderá y cuál necesariamente ganará.

Tales son las razones cuando a uno le preguntan: "Seguramente no estarás pensando en términos de negro y blanco, ¿verdad?, la respuesta correcta es: "¡Claro, puedes estar seguro que estoy pensando precisamente en esos términos!".

Besos blancos.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

¿Recuerdas?

el por que NO al Facebook...

Agosto...