Andrés Manuel... López

Abril 22, 2005

Me niego…

Efectivamente me niego a tratar de dar un punto de vista al asunto López Obrador.

Explicación que doy a quienes del pequeño, pero considero, inteligente, grupo de amigos con quienes he iniciado esta tarea de escritos “diario-semanales-sin-obligación-de-periodicidad”, mantengo. Respuesta a aquellos que me lo solicitaron.

Las razones, simples:

1. Cualquier cosa que se diga, se ha dicho. Cualquier cosa que se anticipe, sucederá. Cualquier cosa que se suponga posible, es posible. Cualquier cosa que no se crea que pase, pasará. Es lo más cercano que he visto en cuanto a circunstancias, al fenómeno del caos.

2. No tengo -aún- bases verdaderamente sólidas (ojo, no me someto a simpatías, sentimientos, ganas, estilos, etcétera) para descalificar a López Obrador en su actuar. Es político y su actuar obedece a dicha actividad. He analizado de muchas fuentes su currículum (gracias Carlos, por cierto, el que me enviaste es el mejor y más objetivo que he leído) y leo simple y sencillamente: es político, dedicado a la política.

3. La actuación del poder ejecutivo es clara, simple y real: No entienden el problema.

4. La actuación del poder judicial me parece lineal (ojo: no debemos esperar otra cosa), algo que en este caso, se contrapone contra el siguiente punto:

5. ¿es la aplicación de justicia “per-se” contrario a la búsqueda de la democracia?

Estas cinco razones me inhabilitan para hacerles leer una opinión más. Pero la última, la considero digna de dedicarle, hoy viernes, un pequeño rato.

Democracia, palabra que hoy se “bebe” tanto como leche, palabra que se utiliza tanto como la cama (para las 2 actividades reinas de la misma), pero creo que no hemos entendido bien, que significa, que sugiere, a que obliga y que se obtiene.

Por todos lados me han dicho que surgió en Grecia. Sinceramente no lo he leído, al menos para entender ¿por qué en Grecia? Los patricios (gente noble, educada y que bajo épocas de aristocracia, tenían la obligación y responsabilidad de hablar por el pueblo) votaban sobre asuntos, leyes y decisiones en un órgano (que dudo que se llamara senado, pues ello fue “trademark” romano) colegiado. Esto es que al voto y su resultado: la mayoría de ellos, definiría las decisiones.

Al parecer les funcionó un tiempo, aunque el resultado real fué; la desaparición del poderío principalmente intelectual de dicho pueblo.

Hay un cambio que considero importante. A partir del siglo XVIII, muchos filósofos empezaron a dudar, si la aristocracia era la mejor de las estructuras sociales y por ende lo que debía definir el camino socio-político-económico de las sociedades.

Revoluciones y muchos, muchos libros hicieron que poco a poco cambiáramos. La meritocracia se impuso y donde más auge tuvo fue en nuestros vecinos del norte, los nacientes Estados Unidos de Norteamérica. Más adelante, escribiré de ello, pues es fascinante este hecho.

Llevando esto, regresando el tiempo, tendríamos entonces a un grupo colegiado de patricios griegos votando a favor del pueblo, pero estos “neo-patricios” serían gente del pueblo que por sus meritos -no por ser hijos de nobles, ni educados (aristocracia)- estarían ahí.

Esa es la democracia que inventamos que hoy nos bebemos y usamos.

La pregunta es: ¿Qué meritos son los que valen? Ahí es donde caemos en un hoyo. Nadie sabe, nadie entiende y solo unos cuantos han dedicado sus vidas a ganarse esos “méritos”: Los políticos.

Ahora, estos “meritorios” (N.A. que tienen “méritos”) se sientan y deciden leyes, acuerdos, normas, decisiones y entonces llegamos al segundo y más grave problema:

Por más o menos méritos que éste tenga, su voz y voto cuanta 1. O sea que el que más convenza, el que más obligue, el que más poder maneje, convence a más, y de uno a uno suma mayoría.

Entonces entiendo mérito en meritocracia, que vive en democracia: Como el que más poder de convencimiento tiene, el que más compromisos genere y el que más coerción maneje. Ello no significa que el que convenza, actúa. Mucho menos podemos calificar si bien o mal. Tampoco significa que el que más se comprometa, cumple. Y tampoco significa que el que más obliga, es justo.

Ahora en cada país entonces el que maneje mayoría será el que más convenza al pueblo de lo que el pueblo quiere ser convencido; el que más compromisos haga, habiendo muchas carencias y el que más obliga, anteponiendo (y la necesita) que exista injusticia.

¿Hablamos de México? No, del planeta entero. Y algo que es para reflexionar (a mi me asusta) es difícil, muy difícil, que el que convence, se comprometa y obligue, sepa como actuar, como cumplir y como ser justo, pues su raíz y su fortaleza, se basan en que lo anterior: no existe aún.

Esto me regresa a mi punto número 2. donde inicie. Si califico a López Obrador en conceptos ajenos a la política. Solo opino. Si busco calificarlo en su actuar político (a eso se dedica), ubicándome en meritocracia y dentro de un vaso de democracia concluyo: es y actúa como debe de ser y actuar.

El señor López Obrador, se dice, es el que más suma, por ello, es el que más posibilidades tiene de ser Presidente. La mayoría (la democracia en meritocracia que hemos inventado) decide.

Como hay muchos (pero no suman el todo) que no lo quieren como Presidente, nos mete en los enredos en los que estamos, pero usando algo que por deducción y por simple sentido común está fracasando y fracasará: la ley.

La ley se aplica, se acepte o no se acepte, no está sujeta a la opinión de puntos de vista. “Y en un país democrático, la ley se respeta, le duela a quien le duela y por encima de quien sea” (lo han dicho mas de 1 millón de veces, más de 1 millón de personas)

Pues siguiendo el orden de análisis, no es así.

Por que si es democrático (la mayoría que por sus méritos, habla por la mayoría del pueblo) el país, entonces habría que preguntarle a dicha mayoría si se aplica o no se aplica la ley y, si ésta le duele a la mayoría, entonces, no debería de ser aplicada.

El tema (éste) es largo, el análisis es sumamente divertido, pero termino esta carta de viernes vaticinando algo que por deducción concluyo:

López Obrador sabe y entiende esto.

Saludos.

PD: aquí entre nosotros, no lo invitaría a cenar…

Comentarios

  1. Hola JC. Curioso que hoy tengo la oportunidad de leer este escrito que hiciste en abril del 2005. Y digo curioso porque es por azar el que hoy lo haya leído, al mismo tiempo que llevo un mes viendo por primera vez la serie de TV "Los Tudor." Y es que durante este esparcimiento que he tenido viendo las peripecias del Rey Enrique VIII, justo he visto, a través de los ojos tanto del guionista como del director y del productor de la serie de TV, el impacto de que personas tengan poder sobre "los comunes" sin tener los méritos ni los valores para aplicar ese poder con justicia y equidad. También, esta serie muestra de forma vívida los problemas que ocurren cuando "los que tienen el poder de convencer" carecen de humanidad y piensan, o sienten, que su verdad es la única y la opinión de los demás es peligrosa y debe ser destruida.

    En fin, me gustó tu escrito en la parte en la que te enfocas en el origen de la Democracia y su implicaciones.

    Saludos,

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  2. Hola jc,
    curiosa la vida que cruza hilos caprichosamente. Y lo digo pues hoy leo apenas tu post que escribiste en abril del 2005, justo cuando llevo un mes viendo por primera vez la serie de TV de "Los Tudors." Y lo encuentro curioso pues tanto tu post como la serie de TV trata de las implicaciones de la democracia, la meritocracia, el poder de la gente que logra influenciar y las grandes desgracias humanas que ha habido cuando todo esto se abusa. En todo caso, me gustó tu escrito en la parte donde explicas el origen de la democracia y sus implicaciones.

    Saludos,

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