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Mostrando las entradas de marzo, 2011

Viernes...

Para Susana. Era viernes, sonaba Tchaikovski… el violín movía cada molécula de aire con la cadencia que adormila y despierta a la vez. El sol entraba a través de la blanquísima cortina de seda del apartamento. Subía y bajaba la nota musical, la orquesta se comunicaba, hablaban, conversaban; violín y orquesta. La piel blanca inerte, limpia, seductora, inmóvil, era recorrida por los rayos del sol de mañana. Si uno miraba fijamente el recorrido suave sobre el brazo, caía hondo en sus caderas y tocaba apenas la pierna. Cual amante tímido. Cual roce puberto. Un pajarito se posaba en el balcón. El reflejo del aluminio del barandal lo cegó por un instante. Dio dos brincos, se posó en la sombra. Miraba al interior y sin amenaza, ante la quietud, sus ojitos rápidos escudriñaban el interior quieto, todo quieto. ~ El sonido de los motores prevenían a los pasajeros que venía el final del viaje. Por más 10 horas, la constante sonora, finalmente cambiaba de tono. Elena tomó el libro puesto