La paradoja del discernimiento

El violinista típico que lleva en la práctica únicamente (en este arte si aplica el “únicamente”...) diez años, no puede diferenciar entre un instrumento barato y un Guarneri.

El viajero apurado simplemente devora una hamburguesa, sin estar realmente preocupado o consciente de su procedencia o sabor.

Y el burócrata, compra lo que es más barato y cumple con las especificaciones, sin importar qué tan bien está diseñado o analizar la cadena de suministro que lo creó.

Los entusiastas trabajarán toda su vida para poder notar la diferencia en cómo suena una orquesta, cómo se prepara y las diferencias entre varios Boeuf Bourgignone o la simple elegancia de la reflexión profunda.

Y luego, una vez que lo hacen, las cosas incompetentes o mediocres no las valoran. Pues para poder apreciar el gran trabajo, a menudo terminan decepcionados con el resto.

Solo es cuestión de elegir. 

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