Pensamientos domingueros
Esto, meditando, me tranquiliza en cierta forma confirmar, bajo observación, qué López Obrador, definitivamente no tiene escala para convertirse en un Dictador. Un miedo generalizado social, con fundamento. Hoy dicho miedo, lo usan más sus fanáticos para ridiculizar a sus detractores, que el miedo en sí. Efectivamente, no lo es. Ahora, esa posición quizá sea un deseo sublimado y confundido en su mente tropical de él, a saber.
Tampoco cuenta, ni tiene al equipo para manejar y controlar una Nación. Claramente no en el campo jurídico. No en el económico y comienza a serle difícil el político-social, se le "hace bolitas el barniz".
Su “partido” (Morena) está completamente desunido y roto prácticamente. Ahora, mientras me leen, hay más de 70 candidatos a su Secretaría General, todos asegurando, llevar la delantera. Todos y cada uno. Cualquiera de ellos, salvo uno, cuentan con la suficiente ineptitud para lograr el "suicidio" colectivo de "partido", qué tal parece estar escrito. Además, el final "trágico", tiene mucha lógica. El haber sido una unión momentánea emocional, alrededor de una sola persona y no en base a un ideal con fondo y contenido, que hubiese significado que alguien pensase, difícilmente pasa de ser una "calentura calurosa de verano". Ese uno que salvo, es el único con cartas de político y diente de experto, ese único sería Muñóz Ledo. Ya los propios lo aborrecen, lo vituperan y lo minimizan. Haber si Porfirio no se los "chamaquea".
Hoy López Obrador, perdió su mensaje: No puede acabar con la corrupción, tampoco resuelve la pobreza y mucho menos controla, elimina o termina con el crimen organizado y desorganizado. Todo esto, promesas calientes tropicales de una campaña de 18 años.
Si tan solo hubiese resuelto uno de esos tres objetivos o viésemos un planteamiento una ruta clara, concisa y lógica para hacerlo, entonces sí preocupémonos, si acaso lo que preocupa es su permanencia. Pues si resolviese alguno de esos respetables compromisos, seré el primero en aplaudirle.
Sí unificara su “partido”, preocupémonos. Pero queda claro que él tampoco, le ve futuro. Escoge sus batallas, lo hace bien.
Pero es víctima de sí mismo. Su visión inventada de realidad, no es mágica. Así como se mantuvo en su guion con una portada distinta a lo que esperaba (Reforma) y pasó a la risa grosera (esperando a ser atinada), así va creciendo la animadversión de quienes le creyeron o siguieron por hartazgo o enojo, que no son igual a quienes le son incondicionales, no nos confundamos.
En fin, fue mucho para un domingo, lo sé. ¡Descansen!
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