"Y los churumbeles dejaron de repicar..."

Recordamos algunos un esquema similar en los sesenta, cuando se realizaron las obras del sistema de transporte colectivo METRO. De igual forma ahora se acuerda un consorcio constructor, enhorabuena:

"La obra insignia en materia de infraestructura del gobierno de Enrique Peña Nieto, el nuevo AICM, será desarrollado por nueve constructoras mexicanas que se consorciarán en una sola empresa. Esta compañía controladora dividirá sus acciones en paquetes igualitarios de 11%, excepto dos, una de las cuales será la minoritaria de todo el grupo, con alrededor de 5%, y una que será mayoritaria con cerca de 18% de participación de la holding. Este consorcio se rotará cada seis meses la presidencia conforme dure la etapa de construcción de la primera fase, en la cual se levantarán las primeras dos pistas de seis y el edificio terminal, el cual estará entrando en operaciones a mediados del año 2018. Las nueve son Coconal de Héctor Ovalle, La Peninsular de Carlos Hank Rhon, Teya de Juan Armando Hinojosa, Tradeco de Federico Martínez, Prodemex de Olegario Vázquez, Carso de Carlos Slim, Gia de Hipólito Gerard, Marhnos de Íñigo Mariscal e ICA de Bernardo Quintana. Marhnos, que en lo operativo lleva Nicolás Mariscal, le traspasó a ICA 7% de sus títulos por una serie de competencias que no alcanzaba a cubrir. Ellos serán los de menor tenencia y por consiguiente ICA, que lleva Alonso Quintana Kawage, serán los de mayoría. De acuerdo con lo que se conoce, ICA iniciará con la presidencia, la cual se rotará cada medio año entre las otras ocho constructoras, las cuales serán coordinadas por la estadunidense Pearson, que fungirá como gerente del proyecto de construcción de la nueva terminal. La decisión de reservar este megaproyecto de hasta 160 mil millones de pesos a empresas mexicanas fue de tipo político. Desde la etapa de transición del gobierno de Peña, o incluso antes, todavía durante la administración de Felipe Calderón, los constructores nacionales hicieron lobbying. El cabildeo lo inició la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción, que preside Luis Zárate, ante la creciente molestia de los empresarios mexicanos del sector que veían perder grandes contratos, básicamente con constructoras de origen español. Los contratos adjudicados a firmas como OHL, aunado a otros como los de Aldesa, Isolux-Corsán, Acciona o FCC, y más reciente la portuguesa Mota-Engil de Antonio Mota, calaron hondo. El gobierno de Peña Nieto fue muy receptivo en ese aspecto e instruyó a la SCT alinear de la mejor forma esas inquietudes y preocupaciones, incluso garantizando el beneficio a pymes. El resultado que se busca es conformar una plataforma de negocios que permee a toda la cadena de la construcción para utilizar la megaobra del nuevo aeropuerto como una actividad que permita la reactivación de la industria mexicana y de la economía en general. La encomienda aún no está concluida y la SCT, junto con Economía y la Función Pública, deberán hilar fino para no incurrir en prácticas discriminatorias a la hora de elaborar las bases de licitación de “el o los” distintos paquetes. En esa tesitura, no se descarta que sea un concurso con carácter nacional restringido a empresas mexicanas. Esta semana habrá una reunión en la misma SCT donde el Grupo Aeroportuario Ciudad de México, abordará el tema. La hoja de ruta de la licitación se habrá de definir en los próximos días. Pero de que la obra será para mexicanos, no lo dude. (Excélsior, Darío Celis)"

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