46 vueltas...


46 y W sigue dando...



"Yo sólo espero que mi hijo madure algún día" Mi madre (de 1965 en adelante...).

Vueltas y vueltas alrededor del sol. Llevó ya 46 vueltas y no me mareo, aunque si, soy fácil de marearme, confundirme y hacerme historias. Quizá por eso escribo. Tal vez tengo una vida acá de 46 vueltas alrededor del sol y otra vida dentro de mi cerebro que da vueltas, pero a velocidad distinta. Muy rápido.

De muy jóven (14 ó 15) en las noches, me quedaba acostado mirando el techo de mi cuarto y comenzaban las historias a juntarse en mi mente. Nacía mi insomnio. Me sentaba y anotaba algunas. Anotaba personajes que se inventaban, otros que traían los inventados como invitados y situaciones, algunas molestas y otras divertidas. Ahí, de esos apuntes, me temo, surgió este intento de escritor que a algunos les da curiosidad y a otros incluso, les da por leerme.

Mi madre espera pacientemente unos días, pero la mayoría, impaciente -a que madure. No sé que la hará darse cuenta que es un deseo utópico. Cuando escuchaba los sintomas de la madurez, me convencía que había nacido sin esa capacidad. Mis genes no madurarían.

Escuchaba: "Es todo un hombre de familia, trabaja como loco y sólo piensa en su familia, es maduro..." otros: "Es claro que es un hombre maduro, renuncia a todo con tal de que sus hijos estén bien..." y más: "¡Eso es un verdadero hombre! es maduro..." y algunas pistas: "Es muy serio, es muy maduro"... "Es amable, pero jamás lo escucharás contarte un chiste, no se presta a ello, es muy maduro"...

Considerando todo eso, concluí hace ya algunos años que yo no maduraría. No estaba diseñado, hecho, fabricado para esa fase. Moriré sin ser maduro y espero que aquellos que me rodean lo entiendan y se hagan a la idea... W no es maduro.

46 años de inmadurez donde todo lo que he llorado me ha convertido en una 46 añero sonriente. Mis maestras en primaria le decían a mi papá: "No sonríe" y mi papá se preocupaba 10 minutos de su apretada agenda y programaba: "Hablar con JC". Sin perder nunca una cita me llamaba...

-JC, hijo,  no sonríes- siempre me gusto eso de que después de mi nombre me decía hijo, no sea que yo lo olvidara o era para suavizar sus citas. Yo siempre le decía siendo jóven lo mismo -Pa, ¿para que?- Y sin minuta siquiera, dabamos por terminada la cita. Para él parecía que no era importante, para mi, menos.

Más grande comenzamos a incorporar el Gobierno Corporativo a nuestras reuniones y teníamos más tiempos para discutir temas centrales. Fue cuando me di cuenta que si le importaba el tema de agenda: Sonrisa de JC. Y fue cuando me di cuenta que si me importaba la posición de mis labios...

Tenía que entrenarme en la vida. Había que hacer algunos ejercicios extremos, superar algunas pruebas insuperables y asesorarme de muchas desgraciadas para poder lograr una amplia y limpia sonrisa que nace de mi interior. Tardó, pero llegó...

Ya son algunos años que la sonrisa es ya una constante. Recientemente en los pasillos corporativos mi Papá, con agenda más holgada me dice: -Dicen que eres serio, sonríes poco...- Y mi emoción la contuve preguntando: -¡¿Ya soy Maduro?!... -No- contestó mi Papá . Solo serio, sonríe más hijo.

46 años y hoy sonrío "más"... Sonrío al mirar mi vida. Hoy tengo un mundo maravilloso a mi alrededor. Personas que amo. Si bien no todos ven la vida desde un ángulo extraño y complicado muy W (yo no, pero dicen que si) y algunas entienden mis sentimientos en cierta forma, más o menos a 46 vueltas, me doy a entender.

46 y creo dar más. 46 y espero sonreír más. 46 y quiero evolucionar más.

¡Festejemos!

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