Un escritor más que nos deja...

Marcha... marchas... pretexto de reunión o formato de presentación. Javier Sicilia que, reciente escribió y se despidió de las letras, finamente, reviró. Quiere reflectores. Se le dan, obtiene reflectores con el cinismo al máximo en base a su propia tragedia.

Solícito pide renuncias. Exige renuncias. Grita renuncias, más no de quienes demuestran diariamente ineptitud, más no de aquellos que han secuestrado la tranquilidad de ser ciudadano. No, la personaliza, la dirige a uno, a uno más, de la larga lista. La politiza, la prostituye. Marchistas, señoras, señores, fueron usados...

Tras su propia tragedia, como ya varios desgraciadamente la han vivido, surge en medio de la bohemia, de la escritura cómoda, de la copa constante un conocido desconocido. El enojo de padre, entendible y respetable, se convierte en clamor de grupos, se suman, aprovecha la razón e irrumpe el interés. Padre ausente a sabiendas del hijo incontrolado. Manifestó en varias ocasiones saber de las "malas andadas" del hijo. Poco podía hacer, su ejemplo no le era suficiente. Hijo en "malos pasos" termina como muchos sin sorpresa sabían que tendría que escribir... con sangre.

De ahí a la marcha, al reflector, al espacio vacío del ciudadano que busca una voz. Marcha con ideales escritos en prosa, que sorprende cuando olvida al enemigo y dirige el enojo a quienes desesperados no encuentran el orden. ¿Exigencias? contra el intento de orden. ¿Renuncias? a quienes hagan o no hagan intentan hacer. ¿Hasta la madre? aparente grito justo, dirigido a quienes no esconden nombre.

¿Y a los asesinos, a los que drogan y se drogan, a los narcos, a los cómplices, a los que viven fuera de un marco de Ley? a ellos, la marcha los perdona. No los menciona, no los amenaza. No, a ellos una sola frase los deja fuera:

"Alto a la guerra de Calderón"

Calderón culpable. Como unico responsable de tanta muerte. Guerra personal parece leerse. Exigencia de parar una "guerra" que busca imponer leyes. Grito de anarquía. Salvemos al culpable que se encuentra amenazado de guerra por unos solo. Con nombre y apellido. Irónico grito. Y el pretexto está dado. Marchemos...

Javier Sicilia es hoy no más, hombre de letras. Hoy es hombre de intereses. Hombre que su pena en silencio, la convierte en grito de necedad y demagogia popular. Hombre que deja de serlo para convertirse en uno más de la lista, de los poco hombres. Uno más que con el arma de la palabra escrita, quiere "agarrar nuevas andadas". La palabra, la prosa y la poesía pierden uno. La barbarie, el cinismo y la manipulación ganan nuevo adepto.

Descanse en paz Javier Sicilia, hombre de letras, hombre de prosa, hombre.

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