¿Recuerdas?



- ¿Recuerdas esa tarde que llegaste aquí a esta banca a sentarte muy propio? ¿Recuerdas amor, cuando creías que no me daba cuenta de tu mirada traviesa, que recorría mi cara? Cómo olvidar que aventuradamente de ahí, tus ojos continuaron por mi cuello y se posaron en mis manos. Aventurero... Siempre lo has sido amor mío. Te confieso que muchas veces eso me hacía enamorarme una y otra vez de tí. Eras incanzable. Pensabas en tus asuntos, tus proyectos, tus emocionantes ideas... Me capturaste amor.

Tu traje, gris oscuro que tanto cuidabas. Perfecto, siempre pulcro y sin arrugas. Lo vestías con porte, con orgullo, con naturalidad como siendo parte de ti. Recuerdo... Recuerdo esa tarde que al sentarte, de reojo te miré, lo acomodaste, cuidaste de no ensuciarlo con el polvo de la banca. Sacaste tu pañuelo... El blanco, el mismo que me diste cuando el dolor me hizo llorar el amor que perdía y que tu me consolabas. Te confieso amor, lloré aquí, llore en esta banca junto a tí su fastidiosa partida, pero también lloré de alegría... Sí, de alegría de estar cerca tuyo. Ya estaba enamorada de tí amor... ¡Claro! No te lo diría, no, no debía. Mi madre siempre me enseñó a que mis sentimientos, solo a solas. Por supuesto que con el tiempo, mis emociones las conocerías. Pero este secreto amor mío, hoy te lo confieso...

Me confesaste tu amor mucho tiempo después de la partida de aquel... fuiste amable. Decías que merecía un tiempo de luto... ¡Que risa amor! Yo ya lo había borrado de mis sentimientos desde antes... bueno casi... si... desde que me hablaste por vez primera de tu emocionante viaje a Londres al tiempo de la vez que aquí nos conocimos ¿Recuerdas amor mío? Te fuiste... Seis meses venía al parque y trataba de oler tu perfume. Decías con tu voz que tanto me gustaba: "Loción mujer, loción..." me gustaba hacer que me corrigieras, disculpa amor, tu voz categórica me emocionaba y cuando me decías mujer... Me convertía en tu niña.

Te odié, si. Por algunos días te odié. Sin derecho, lo sé. Pero el odio y coraje estuvo ahí. No se cómo, nunca me dijiste, pero estaba segura que tu pensamiento se había atorado por un tiempo a tu regreso de aquella francesita de la que me hablabas. ¿Recuerdas?... Por culpa de ella amor, no aprendí recetas francesas que tanto te gustaban. Pensé y con el tiempo, desquité ese dolor de niña, dejando que pagaras las cuentas en tus restaurantes franceses... No te haría nada francés. ¡Ay que niña!... Pero me desquité amor mío.

¡La paloma!... ¿Recuerdas la paloma que voló justo cuando me entregaste el anillo y me miraste muy serio pidiendome casarme contigo? Nunca la olvidaría. Fué un símbolo que siempre he creído, nos daría suerte. No la debes de recordar amor mío... Fue hace tantos, tantos años... Te amo mucho amor mío.

Aquí se sento Sabina cuando apenas cumplía sus cinco... ¿Recuerdas amor? ¡Ay que angustia en esos días amor! No teníamos dinero y las cosas se ponían duras. Estabas muy serio, pensabas mucho y casi no dormías. Algo me decía que lo resolverías. Siempre tenías ideas, pero me preocupaba mucho amor. No quería que sufrieras, quería hacer algo, pero siempre dijiste que tu resolverías... Y siempre lo hiciste amor. Siempre.

¡La boda! Tu hija Teresa pidió que nos fotografiaran aquí... Claro que recuerdas, es la foto que está en tu mesa de cama, adoras esa foto. Lo sé. ¿Creíste que no me daba cuenta cuando a solas la mirabas y la acariciabas? Teresa era tu favorita... Siempre supe. Nunca dije nada. Con Sabina discutías y te hacia rabiar. Por supuesto que la adoras amor, pero Teresa, cómo te quiere Teresa... Te consiente. Ambos creían que yo no lo notaba... ¡Ingenuos!

No estaba aquí amor cuando con Jorge te sentaste a esperar noticias del nacimiento de tu primer nieto. No quisiste ir al hospital. Lo sé. No te gustaban... Te ponías muy nervioso amor. No, no te angusties, siempre lo entendí y hoy más amor. No volveremos ya... Mira mis ojos amor... No volveremos te lo aseguro. -

La tarde se hacía fría. La mujer limpió las lagrimas del rostro del viejo que atento y en silencio la miraba... Ella se levantó. Lentamente tomó su bolso y cerro un botón más de su abrigo. Sonrió al viejo que la miraba a los ojos. Sus lágrimas seguían corriendo. Temblaba su labio inferior...

- No amor mío, no volveremos ahí... mañana vendremos, vendremos a nuestra banca... -

La mujer escondió su rostro cuando unas lagrimas recorrieron sus mejillas. Tomó su mano, la acarició y respirando hondo, muy hondo comenzó a empujar despacio la silla de ruedas por el camino arbolado.

Se escuchó el viento acariciar las ramas y rozar las hojas de los árboles del parque que los conoció y esa tarde, los vió partir.

- Para B.

Comentarios

  1. Puedo contar con los dedos de una mano, las veces ke he llorado leyendo algo que ni me va ni me viene... igual es que ando sensible.. igual, demasiado ... pero me ha encontado.. y he llorado.

    Besos!

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

el por que NO al Facebook...

Agosto...