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- Hay tanto que quisiera decir... Murmura.

Un suspiro sonoro hace romper el ruido del pasar de los coches. Pavimento mojado. Es de noche. Se reclina en su silla, estira los brazos, mira al techo, cierra los ojos. Mira sus ojos dentro de sus ojos. Abre los ojos, se acomoda, estira las piernas.

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- ¡Carajo! a donde se fueron las pinches palabras... Maldice.

Mira la pantalla a detalle. Encuentra 5 manchas... las cuenta de izquierda a derecha. De derecha a izquierda. Parpadea. Se mira las manos y no le gustan, nunca le gustaron; de hecho alguna vez pensó en operarselas. Pequeñas, discretas, nada que ver con manos de hombre grande, fuertes, generosas, valientes y robustas. No, sus manos eran pequeñas. Cierra los ojos nuevamente e imagina que camina por la calle. Apenas se ve, la luz es muy escasa y los negros varían en grises charcos, grietas y mugre. Huele a humedad, sigue lloviendo.

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- Si tomo café, me inflo, si tomo té que no tengo y el que tengo no me gusta... Piensa.

Gira en la silla. Por mucho tiempo pensó que silla comprar en su segundo espacio favorito después de la cama... recientemente. La quería negra, simple pero diseñada por alguien que no fuera "diseñador de sillas comunes". Sonríe de pensar en un título así... "Psicólogo de locas sin remedio" río. "Asesor de narcos", "Decorador de pavimentos"... la simplicidad de lo estúpido lo embargo. Se levanta y camina. Escucha a sus vecinos llegar. Sus pasos como si pesaran 1000 kilos. Su caminar nada amable y el escandalo equivalente a su nivel educativo silvestre. Mira el techo.

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- Adiós... Pronuncia.

Y al segundo de decirla, recuerda que teme y usa con cuidado la palabra que tiene significados terminales para él. Un segundo medita, pero la dijo. Cierra la computadora y se levanta. Camina amablemente para sus vecinos de abajo y se acuesta en su primer espacio favorito. Mira el techo y duda si leer o idiotizarse con los últimos avances y estudios de la ciencia en productos para adelgazar. Los vecinos (de arriba) prueban la capacidad de deslizamiento de sus zapatos, no solo golpean el piso, lo frotan... ¿serán homo sapiens? Nunca los ha visto y si acaso los ha visto, nunca los ha retenido en su mirada. Muchos de aquí son zombies para él. Al momento de no contestar un civilizado saludo, su mente rápidamente los borra de la faz de la tierra. Sólo se entera de su existencia en el planeta cuando pisan su techo, piso de ellos, techo de él.

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