Erase una vez...

Erase una vez en un pequeño pueblo, a la orilla de un río, en medio de un gran bosque que Juan produce 10 manzanas, Pedro 8 y José ninguna porque le gusta contemplar a las moscas. En el pueblo vivían otros que producían para ellos y algo para los demás que vendían, ejotes, apios y calabazas. Además del contemplativo José, estaba Bruno, el más viejo y que se le consideraba "sabio" pues no se sabía mucho de él, había llegado de viajar por el mundo y siempre estaba pensando.

La economía del pequeño pueblo producía 18 manzanas que se vendían entre los habitantes del pueblo; José y Bruno recibían manzanas como regalo, mientras uno contemplaba y el otro pensaba.

Un buen día Bruno reunió a los del pueblo y habló de conceptos que no conocían, sobre un Estado benefactor y sobre la solidaridad con los que menos tienen, llegando incluso a decidir que Juan y Pedro eran unos capitalistas salvajes pues tenían "muchas" utilidades y que era función del Estado, que se proponía a representar; para aplicar una justa distribución del ingreso, dijo:

- Para qué está el Estado si no para limitar la voracidad del capitalismo salvaje y regular el mercado al cual no puede dejarse librado a su libre accionar porque siempre funciona en contra de los pobres.

Juan y Pedro no entendían mucho y menos el resto del pueblo. Callados, miraban a Bruno que hablaba emocionado y decidía que deberían de entregar algunas manzanas a Bruno para que él pudiera darle una parte "justa" a José que emocionado las recibía. Pedro alzó su mano y preguntó si José produciría manzanas a lo que Bruno, molesto, dijo que no. Desde ese momento José era el Vocero del Estado y tomaría nota de lo que se decidiera y que ese sería su labor además de contemplar moscas, de lo que era experto. Los del pueblo seguían sin entender para que tomar nota de decisiones, cuando siempre las hacían sin tomar nota y tampoco para que servía un Vocero del Estado, si nunca habían tenido un Estado.

Pasó el tiempo y Juan molesto, tomó sus conocimientos de producción de manzanas y abandonó el pueblo una mañana, para nunca más volver. La economía del pueblo cayó a un total de sólo 8 manzanas. El pueblo se alarmó y se reunieron alrededor de Bruno, que pensaba. José contemplaba moscas con su libreta en la mano, listo para tomar notas de Estado. Bruno decidió entonces que Pedro daría la misma cantidad de manzanas que estaba dando, pero que además daría unas cuantas monedas en pago por un nuevo concepto que explicó, beneficiaría a los más pobres, al cual lo llamó "subsidio". No se produjeron más manzanas pero si aparentaba haberse resuelto el problema, por que incluso, Bruno nombró a María que producía unos cuantos apios, para que dejara de hacer eso y fuera la nueva contador oficial del Subsidio, entregando cuentas a José.

Un día llegó al pequeño pueblo en medio del bosque y junto al río, Jorge. Jorge producía manzanas y trajo consigo 20 manzanas. La economía creció a 28 manzanas y todos estuvieron muy contentos. Pero Bruno al ser informado por José, que había sido informado por Antonio que producía algunas nueces y había dejado de hacerlo, para ser el cuidador oficial de la puerta que cambiaba su nombre a "Aduana"... pensaba con mirada preocupada.

- ¿No acaso el Estado debe de velar por la defensa de los intereses del pueblo? ¡Debo de entonces proteger al Estado y a Pedro que produce tan solo 8 manzanas!

Acto seguido pidió a José que llamara a Pedro y al nuevo visitante Jorge. Explicó a Jorge, que sorprendido escuchaba, la forma en que el pueblo manejaba sus asuntos económicos. No entendió mucho, pues solo conocía pueblos donde se reunían para tomar decisiones de gobierno, pero no de economía. Finalmente entendió que tendría que dar al Estado algunas manzanas y algunas monedas para el beneficio de los más pobres. Ese día la economía del pueblo producía 20 manzanas.

Tere, que producía algunos chícharos, dejó de hacerlo, pues José la nombraba como supervisora de producción de manzanas, lo cual contenta cumplía sentada en la planicie contemplando las manzanas y asegurando 8 manzanas, propiedad del Estado. Ya no habría chícharos, pero ¿quién quería chícharos, o nueces, o apios; si había muchas manzanas?

Pasó el tiempo y algunos dejaron de producir vegetales que "nadie" necesitaba para "coadyuvar" con la producción de 28 manzanas, 8 propiedad del Estado.

Las tormentas del verano llegaron. Llovió mucho pero tanto que muchas manzanas se pudrieron, perdieron 10 en total. Solo quedarían 18, 8 propiedad del Estado que se repartían en 28 habitantes que trabajaban en beneficio de los pobres. Pedro y Jorge estaban muy tristes y todos miraban a Bruno que pensaba.

- ¡Crisis! gritó Bruno, despertando a José que se quedaba dormido contemplando moscas. La palabra no fue entendida, pero sonaba importante y todos ponían atención. Muchos estaban somnolientos, pues no habían comido bien últimamente, no había suficientes manzanas y había que dividirlas para compartir las 10 que quedaban, además de las del Estado que se repartían en quienes trabajaban para el mismo. Ya tampoco quedaban algunos apios, nueces y chícharos.

Bruno informo que debido a la "crisis ambiental" habría que hacer sacrificios por los pobres. Tomó sus cosas y un costal de manzanas que eran del Estado y él era el Estado e informó que iría por el mundo a pedir ayuda. El pueblo lo despidió angustiado pero con esperanzas puestas en el viejo Bruno, el cual, nunca más volvió.

El pequeño pueblo junto al río quedó en silencio por mucho tiempo...


Una mañana Juan caminaba por su pueblo y miró a un viejo sentado en las escaleras del edificio de gobierno. Reconoció una de las manzanas que asomaba de un costal sucio que tenía el viejo entre sus ropas. Se acercó y mirando, reconoció al viejo Bruno, que sin levantar la mirada, alargó su mano pidiendo unas monedas.

- Pero si eres tu viejo Bruno ¡Amigo!

Exclamo Juan sintiendo alegría genuína de ver a alguien que por mucho tiempo había dejado de ver. Lo miraba y miraba sus ropas sucias y rotas, sus sandalias gastadas y percibió el olor de manzanas podridas preguntándose que había sucedido ante tal visual de pobreza.

- Juan, la crisis ambiental nos ha destrozado y heme aquí ahora pidiendo limosna para medio vivir

Dijo Bruno con voz entrecortada y dejando caer unas lagrimas en el suelo. En ese momento Juan pudo entender y recordó cuando con mucho dolor había abandonado el pequeño pueblo junto al río donde había aprendido y tenido éxito produciendo manzanas. Miró la bolsa llena de manzanas podridas lo cual no solo le produjo asco sino un profundo sentimiento de enojo. Dio un paso atrás y con voz fuerte y firme le dijo a Bruno:

- Pero Bruno, no es acaso esto que haces... ¿lo que siempre has hecho en tu vida? ¿Mendigar?

Artículo dedicado a L+S+I+A+G y M.

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