Mayo 10...

Transcribo de mis "cajones"...

Mayo 10. 19...

La hoja en blanco se quedaba en blanco. Él la miraba dando giros en su silla de diseño, pulcra, perfecta, el aluminio brillaba, la piel tersa, perfecta; pero no generaba nada.

Rodaba en el piso de madera. Las ruedas giraban como giraba su cabeza dando vueltas y más vueltas sin poder siquiera tomar la pluma e iniciar...

Él desesperado pasaba una y otra vez su mano por sus cabellos. Cada pelo se giraba y cambiaba de giro, el peinado no era estático, se movía y como mucho en él; jamás a su entera satisfacción... y la hoja en blanco.

La fecha se acercaba, era al día siguiente y la famosa "carta a mamá" no decía nada. El blanco recordaba el gris blancoso que su mente tenía frente a su mirada interna...

¿Qué escribir? ¿Qué decir que no fuera un falso párrafo de agradecimiento? Todo estaba agradecido. Nunca había tenido problema en escribir una carta. Cientos de cartas escritas en momentos quietos, en momentos de prisa, en momentos de emoción, de dolor... ah! esas como salían, papeles y papeles quedaban tirados por su pieza, como las lagrimas que rodaban y salían por toda la habitación. Las cartas de dolor...

Pensaba en Mamá... pensaba y no daba más con ver en el muro de fotos, de esos muros que solo se visten cuando se coloca por vez primera y que poco a poco comienzan a formar un paisaje conocido. Muro donde van quedando miles de razones, de recuerdos y solo las imagenes hacen recordar, que cada imagen en su momento fue un todo, fue una sonrisa, fue una lagrima, fue una mueca... muros del pasado.

Miraba a esa mujer. Jóven, lozana, bella, casi podría decirse; su tipo. La recordaba, recordaba su perfume que le daba paz. Pero recordaba también todos esos sentimientos de enojo, de furstración, de esconderse, de saberse "malo"...

Como deseaba escribirle lo que verdaderamente era ella. Cómo decirle que recordaba mucho las veces que lo castigo. Las veces que lo hizo llorar. Tantas veces donde se sabía acorralado por su propia culpa. Cuantas veces quiso verse en sus brazos, rodeado, apretujado, querido... pero "¡pero claro! ¡Tu madre te ama!" dicen todos...

"La madre es el primer amor" dicen. Pensó. ¿Y será que también el primer des-amor? Su mano tomó la pluma...

Recordó aquellas tardes comunes, nada especiales que veía la televisión. Las imágenes en blanco y negro resaltaban con los colores vivos de su ropa. Su madre cerca. Leía, le miraba. Cada anuncio de televisión sentía la mirada fuerte, directa de su madre encima de él.

"Mi madre que me llenaba de abrazos" recordó escuchar...

No recordó abrazos, sentía su mirada. Volteaba con su mirada de niño, ella sonreía, el sonreía. Ese era su abrazo. La pluma comenzó a trazar...

Aquella noche. Las penumbras rodeaban su recamara. No había casi ruido. El brazo le dolía, escucho el cerrojo, llegaba su padre como todas las noches. Escucho pasos, escucho susurros. Trató de escuchar... La voz de su madre le decía a su padre que casi moría de susto. Se había lastimado jugando. Escucho a su madre llorar. ¡Llorar! 

¡Lloraba! Escucho a su padre decirle que si estaba bien, cuando escucho como entraba a su habitación. Cerró sus ojos. Aparentaría que dormía. Sintió el beso cálido de su padre. Su ligero apretón en su sien. No podía creerlo, su madre en efecto lloraba por él.

La pluma comenzó a escribir...

Los años pasaron. Creció y continuó la relación que "desde niño y hoy como hombre, solo puedo decirte gracias Mamá" pensó... solo podía decirle Hola.

Tuvo amores, desamores, tuvo de todo, al final solo. Solitario con su silla perfecta, su escritorio limpio y las hojas se comenzaron a teñir de tinta...

Al día siguiente vio a su madre. Bella en efecto. Siempre fue bella. La miró. Le dió la carta y la abrazó. La abrazó en verdad. Quiso hacerla sentir que en ese instante la amaba.

Su madre abrió la carta y leyó. Sus ojos se nublaron con bellas gotas de cristal alrededor sin dejar de moverse leyendo sus líneas. Los cerró. No quiso perderse un instante de sus reacciones...

Su madre cerró los ojos, tomó su mano y la apretó entre las suyas. No dijo nada. Solo puso un dedo sobre el último párrafo señalando y con una ligera sonrisa lo miró.

"Te amo."

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