The Boy in the Striped Pajamas

Debo de confesar que soy 'delicado' (no expongo mi opinión, ni la promuevo) a las películas que tratan el tema del 'holocausto'. He visto muchas y muchas me han dado la visión 'comercial' de los hechos, acontecidos en la Segunda Guerra Mundial. También he leído bastante del tema, conocí y aprendí hechos históricos, económicos y políticos que me conforman una visión personal. En ambos sentidos, de ambas partes, referencias reales; incluso vivenciales de algunos testigos presenciales de diferentes hechos, en esos difíciles años. Díficil tema.

Pero en este caso en particular; la película merece mención. Basada en la novela (2006) del escritor irlandés John Boyne; escrita casi por completo en solo dos días y medio. Me convertí en niño y usando los ojos azules de Bruno, me hizo recordar lo simple y bello que era jugar en los patios con tan solo la imaginación. Recordé la casa de mis abuelos, su patio, su piso color concreto, la pileta de agua, el almacén de mi abuelo... las historias que armaba solo y que solo disfrutaba en mundos fantásticos.

Su amistad con el pequeño Shmuel, tímido y retraído niño que vivía en la "granja" me hizo sentir la simpleza de la amistad. Lo fuerte que con pocas palabras se puede entablar un pacto silencioso de estar para el otro. Amistades que tuve, amistades donde el código de la lealtad es el vínculo más fuerte... que a veces vamos perdiendo al crecer.

Quiero decirlo y ahora me llena de emoción y por que no decirlo... líquido en mis ojos, el pensar en mis princesas, Luisa y Sofía. Hoy ambas, una en el mundo de los 11 y la otra en su bello mundo de 5, viven ese momento. Ese momento donde un amigo o amiga puede significarlo todo. Puede alegrarnos y mantenernos despiertos en las noches, pensando en el próximo día que los veremos... Esa emoción que solo el amor lo iguala.

La película me hizo llorar. No tan solo llorar y dejar caer lagrimas en mis ojos. No. Lloré como ellos lloran, fuerte, abierto, casi desesperado. En verdad, dejé salir a mi niño interno y fue fuerte... muy fuerte.

Luisa, Sofía: sus amigos son un todo. Sientanlo y sepan que ellos son la manera de aprender más adelante a amar. Sean leales con ellos y con ustedes. Los amigos siempre están. Aunque la vida los aleje. Aunque los hechos los separen. Esa capacidad de poder sonreírle a quien lee una verdadera sonrisa y que parece necesitarte, es real.

Las quiero tanto como mi lealtad me lo permite.


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