Placer...

Noche de 'tormenta' (M...)

Me confunde la gente, me confunden en sus principios y no principios, me confunden pero mi almohada me ayuda a entenderme. No necesito más, solo entenderme y esto en medio de miles de gotas de regadera (un día juro contarlas), me hicieron agarrar la toalla (si, solo la toalla), salir, prender a Kimberly (mi Mac, es wapa) y escribir lo que pienso y opino del tema confundido... Placer.

El placer no es un lujo, es una necesidad psicológica profunda. Es una comitancia metafísica de la vida, la recompensa y la consecuencia de una acción exitosa, así como su contraparte (como todo) el dolor, signo del fracaso, de la destrucción, de la muerte.

Cuando gozamos, experimentamos el valor de la vida, la sensación de que merece ser vivida y de que vale la pena conservarla. Para vivir, el hombre debe de actuar con el fin de alcanzar los valores necesarios. El placer y el disfrute son, por lo tanto, una recompensa emocional para la acción exitosa y un incentivo para seguir actuando. La dicha contiene implícitamente la convicción: "Tengo control sobre mi existencia" y la desdicha contiene una sensación de frustración equivalente a "Estoy indefenso". Uno implica sensación de eficacia, el otro una sensación de impotencia.

El mecanismo de "placer-dolor" en el cuerpo actúa como un barómetro de salud-enfermedad; del mismo modo, ese mecanismo de su conciencia trabaja con el mismo principio, indicandole que es favorable y que es desfavorable para él; que beneficia su vida y que la daña (¿amar duele?)... Pero el hombre es un ser de conciencia volitiva, no posee ideas innatas ni un conocimiento automático o infalible de aquello de lo cual depende sus superviviencia.

Debemos 'elegir' los valores que guiarán nuestras acciones y fijarnos metas. El mecanismo emocional operará de acuerdo con el tipo de valores que elijamos. Éstos determinan cuando sentirá que algo está en su favor o en su contra, y que es lo que se buscará para obtener placer.

Si un hombre comete un error al elegir sus valores, su mecanismo emocional no lo corregirá; ese mecanismo no tiene voluntad propia. Si, de acuerdo con sus valores, desea cosas que, de hecho y en la realidad, lo llevan a su destrucción, su mecanismo emocional no lo salvará sino que, por el contrario, lo impulsará hacia la destrucción; su destrucción. Somos como una computadora (como mi Kimberly); tenemos el poder de programarnos, pero no el de cambiar nuestra naturaleza; por lo tanto, si se ajusta de acuerdo con un programa equivocado, no podrá escapar al hecho de que los deseos más autodestructivos tengan por igual intensidad y urgencia emocional que los actos que salavarían su vida. Naturalmente, tiene el poder de cambiar la programación, pero sólo si cambia sus valores.

Los valores básicos de un ser humano reflejan la visión consciente o subconsciente que tiene de sí mismo y de la existencia. Son la expresión de: a) el grado y la naturaleza de su autoestima, o su falta de ella, y b) hasta que punto considera al Universo abierto o cerrado a su conocimiento y a su acción, quiero decir, hasta dónde tiene una imágen benévola o malévola de la existencia. Por ello, lo que un ser humano busca para obtener placer o disfrute es, desde el punto de vista psicológico, profundamente revelador: es indicativo de su carácter y de su alma (ojo: por 'alma' entiendo la conciencia de un hombre y los valores básico que lo motivan.)

En general existen 5 áreas (interconectadas) que permiten al hombre (ser humano, feministas) exprimentar el disfrute de la vida: 1. ser productivo, 2. las relaciones humanas, 3. la recreación, 4. el arte y 5. el seXo.

Ser productivo es el área más importante: a través de su actividad productiva (para evitar confusiones en ustedes amados lectores, si quieren leanlo como 'trabajo productivo'...) el hombre gana el sentido básico de control sobre la existencia, el sentido de -eficacia-, que es fundamento necesario para obtener la capacidad de disfrutar los demás valores. Aquel cuya vida carace de dirección o propósito, que no tiene meta creativa, se sentirá indefenso y sin control; aquel que se siente indefenso y sin control, se considerará inadecuado o incapacitado para la existencia, y el que se siente incapacitado para la existencia tampoco estará capacitado para gozar de ella.

Una de las características que identifica al hombre que se estima a sí mismo, que considera al Universo abierto a sus esfuerzos, es el profundo placer que experimenta en el quehacer productivo de su mente; su alegría de vivir es alimentada por una incesante preocupación por crecer en conocimiento y habilidad, por pensar, alcanzar, avanzar, enfrentar desafíos y superarlos, por ganar el orgullo de una eficacia en continua expansión.

El hombre que disfruta dedicándose solo a lo rutinario y a lo familiar, que se inclina a trabajar en una semi-obnulación, que encuentra (o dice) encontrar felicidad al liberarse de desafíos, de toda necesidad de lucha o esfuerzo, revela un tipo de alma distinta: la del hombre que carece profundamente de autoestima, aquel a que el Universo le parece inescrutable y vagamente amenzador, cuyo principal impuslo motivador es un anhelo de seguridad, no la obtenida a través de la eficacia sino a la de un mundo donde la eficacia no constituya una exigencia.

Debemos considerar además al hombre que encuentra inconcebible que se puede disfrutar de la actividad productiva, de cualquiera de ellas (he dicho que productivo es generar riqueza), que considera que ganar en la vida es un mal necesario, que sueña solo con los placeres que comienzan al final del día 'laborable': el ahogar la mente en alcohol, en la televisión, en el golf, en mujeres 'fáciles' (fáciles me refiero a esas que solo pagas, cualquiera lo hace), en resumen, en el placer de no ser consciente; revela un tipo de alma diferente: a de alguien que apenas tiene un vestigio de autoestima, que acepta que el Universo es lo dado y natural, que sus unicas formas de alivio y su única noción de alegría proceden de los breves chizpasos de placer producidos por sensaciones que no demanden esfuerzo alguno (esa frase comoda-perdedora de que la vida son breves momentos que quitan el aliento... my balls.)

Hay otro tipo de alma, la de aquel que encuentra el placer no en el logro, sino en la destrucción, cuya acción no está dirigida a la obtención de eficacia, sino a la 'dominación' de quienes la alcanzaron: es la del hombre que carece de manera abyecta de todo valor personal, y cuyo terror a la existencia es tan absoluto, que su única forma de autosatisfacción reside en desatar sus resentimientos y sus odios contra quienes no comparten su estado, contra aquellos que son capaces de vivir, contra aquellos que son felices, buscan destruir a quienes tienen confianza en sí mismos, a los moralmente fuertes y sanos, para buscar convertir su impotencia en eficacia.

Un hombre racional, que tiene confianza en sí mismo, está motivado por su propio amor a los valores y su deseo de alcanzarlos. Un neurótico está motivado por el miedo y por el deseo de huir de ellos. Esto refleja no solo en cosas que cada tipo de hombre busca para obtener placer, sino también en la naturaleza del placer que experimenta. La calidad de todo placer depende de los procesos mentales que lo motivan y acompañan, y de la naturaleza de los valores involucrados. El placer de usar adecuadamente la propia consciencia y el 'placer' de ser inconsciente no son similares, así como tampoco lo son el placer de obtener valores reales, de alcanzar un auténtico sentido de eficiencia, y el 'placer' de disminuir temporalmente la sensación personal de miedo e ineficiencia.

Este mismo principio se aplica a las formas de gozo. Por ello, en el terreno de las relaciones humanas se experimenta una forma distinta de placer, se tiene una motivación diferente y se revela un carácter distinto: el que busca placer en compañía de seres inteligentes, íntegros, que se estiman a sí mismos y que comparten criterios exigentes; al del que solo consigue alegrarse con aquellos que no se rigen por criterio alguno y con los cuales, en consecuencia, se siente libre de ser el mismo, el que solo halla alegría junto a personas que desprecia y con quienes puede compararse favorablemente; o el del hombre cuya alegría solo se manifiesta en compañía de aquellos a quienes puede engañar y manipular, y que le proporciona el más bajo sustituto neurótico para lograr un sentido de genuina eficacia: una sensación de poder.

Para el hombre racional, psicológicamente sano, el deseo de obtener placer es el deseo de celebrar su control sobre la realidad. Para el neurótico, el deseo de placer es el deseo de huir de la realidad.

Vamonos a una fiesta... un hombre racional disfruta la fiesta como recompensa emocional a sus realizaciones, y sólo puede gozar de ella si de hecho involucra actividades placenteras, encontrar a quienes aprecia, desea o admira, conocer a personas interesantes y buscar acercarse a esos de forma inteligente, participar en conversaciones en las que se diga y oigan cosas que valga la pena decir u oír...

Un neurótico 'disfruta' de una fiesta por razones que nada tengan que ver con las actividades que se realizan en ella; puede odiar, temer o despreciar a todos los presentes, puede comprtarse como un necio y sentirse, secretamente, avergonzado de ello, pero pretenderá que esto le provoca placer, puede ser la fiesta pretexto para huir, por el tiempo que dure, del terror de encontrarse a sí mismo. También está el placer de la embriaguez, que es obviamente, el placer de huir de la responsabilida de ser consciente.

O consideremos el tipo de 'placer' más 'tranquilo' que llena la vida de muchos: picnics familiares, reuniones de té o de café, kermeses de caridad y beneficiencia (que insisten en invitarme y siempre que pregunto ¿qué gano? me dicen cada cosa que quiero enmarcar...), vacaciones rutinarias, todas ellas ocasiones de tranquilo aburrimiento para los involucrados, donde el 'tedio' es el valor.

Uno de los principales placeres de la vida se ofrece al hombre a través del arte. Proporcionan un invalorable combustible emocional. También aquí el tipo de arte que nos atrae depende de nuestros valores y nuestras premisas más produndas.

Buscamos en el arte la proyección de lo bello, de lo heróico, inteligente, eficaz o dramático, aquello que tiene un propósito, lo estilizado, ingenioso o desafiante, busca el placer de la admiración, la obra de arte que refleja los grandes valores de la existencia. Aquellos que pueden generar arte, aquellos que pueden generar riqueza artística, son aquellos que pueden encontrar en el gozo de crear, la razón válida de felicidad y existencia genuina.

De los placeres que el hombre puede ofrecerse a sí mismo, el más grande es el orgullo, el placer que obtiene de sus propios logros y de la creación y re-creación de su propia personalidad. El placer que se deriva de la personalidad y los logros de otro ser humano es el de la admiración. La máxima expresión de la más intensa unión de estas -orgullo y admiración- es el amor romántico, cuya celebración es el sexo.

Un ser humano se enamora y desea sexualmente a aquella persona que refleja sus propios y más profundos valores.

Hay dos aspectos cruciales en los cuales las respuestas romántico-sexuales de un hombre son psicológicamente reveladoras: en la elección de su compañera y en el 'significado' que tiene para él el acto sexual.

Un hombre que se estima a sí mismo, que se ama y ama la vida, siente una intensa necesidad de hallar seres humanos a quienes pueda admirar, de encontrar un igual espiritual a quien amar. La cualidad que más lo atrae es la de la autoestima, la estima personal y un claro sentido del valor de la existencia. Para un hombre así el sexo es un acto de celebración y su significado es un tributo a sí mismo y añ ser que eligió, la forma final de experimentar concretamente, y en su propia persona, el valor y la alegría de estar vivo.

La necesidad de una experiencia como ésta es inherente a la naturaleza humana, pero si un hombre carece de autoestima necesaria para ganarla, intentará 'fingirla' y eligirá (inconscientemente) a su pareja por la capacidad de ayudarle a su farsa, para darle la ilusión de un valor personal que no posee y de una felicidad que no siente.

El acto sexual tiene un significado diferente para la persona cuyo deseo es alimentado por el orgullo y la admiración, para quien el placer compartido es un fin en sí mismo; que para aquella que busca en el sexo una prueba de masculinidad o feminidad, un alivio de desesperanza, una defensa contra su ansiedad o un escape, o lo que es peor, un acto obligado por valores 'aceptados'...

Gozando doy besos...

Comentarios

  1. la confusión no es mía Anilú, la confusión surgió de otros que el placer lo mezclan con muchos otros sentimientos que lo disminuyen a gusto y lo confunden con sentimientos.

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