Seamos amigos...

Me preguntan: ¿Cuándo escribes?... Contesto: Cuando siento. Hoy siento. Escribo hoy sin orden. Dejo de lado el orden cronológico, dejo de lado las fechas, los sucesos ordenados, mi currículum y el orden de cosas. Juego al des-tiempo. Pocas veces lo hago, hoy me transporté a muchos años, regresé y de vuelta, hoy me vino a la idea algo y pienso, pienso ¿cómo lo escribo?... tal cual.

Prendo el iTunes, escojo, clásicas, escucho, conecto bocinas, subo volúmen... quiero llorar. ¿Triste? ¿Melancólico? ah! que maldito afán de ordenar hasta lo que mis tripas quieren escribir... catalogo hasta la lluvia, que no para...

"Seamos amigos..." frase muchas veces escuchada en voz de mis amigos que lloran a mi lado cuando en sus ojos se cristaliza un Adiós. Frase maldita que no termina, pero si marca el camino al fin del sentimiento de querer querer, camino donde todo puede verse bello, pero que el panorama mete nubes grises, negras y el viento da frío. No mata, pero si hiere, sangrado leve, pero letal. No es justa, si acaso existe la justicia, lo cual confirmo que no. Es justa-mente lo injusto que puede ser la justicia del amor, el olvido, fuerte, violento, implacable tarde o temprano llegará...

Recuerdo aun pequeño cuando me acerque a la niña-mujer que me tenía conmocionado en algo que no sabía que diablos era. Me sentía tonto, lento, estúpido incluso, sentía que mis piernas y manos se movían en cámara lenta cuando caminaba hacia ella. La ví justo días después de ver a Mark Lester y Jack Wild niños, con la niña que me marcó por muchos años: Tracy Hyde en el clásico film inglés "Melody". Ella era Melody, mi Melody, estaba en secundaria, yo en primaria... creo que fue la única mujer que amé mayor que yo. Si, digo amé, por que la amé, de eso no tengo duda, la Amé.

Cada recreo, cada campanada, salía como loco corriendo al patio del Columbia (mi escuela) y me pegaba a la reja de acero que dividía a la primaria de la secundaria y preparatoria. Me quedaba parado ahí. Buscandola a lo lejos, salía con sus libros en el brazo, la admiraba, como caminaba, como se movía, como su pelo negro, negrísimo caía sobre su cara, era mi Melody. Cuando ella reía, yo reía, a lo lejos, cuando se ponía seria, me ponia todo serio, convivía a la distancia con ella, era mi Melody... cada día ella era la razón de ir a la escuela. Ella inspiró a pedirle a mi madre un nuevo corte de pelo que nunca había sido para mi tema. Me miraba al espejo y caminaba hacia atrás, quería ver como me vería ella, a la distancia, con reja de por medio. Incluso un día pegue cordones al espejo para ver como me vería con una reja fabricada... No sabía que era eso del amor. Escuche no se cuantas miles de veces la canción de la película. Los Bee-Gees cantaban... tarareaba como loco.

El fin de mi primer amor llegó gracias a mi boca. Hablé con quien no debía de hablar. En el camión de la escuela iba un niño-hombre de secundaria. Siempre hasta adelante, era grande, tendría 15. Enorme para mi. Tenía manzana de adán y hablaba ronco. Quería ser como él. Grande, fumar, tener la vida en la mano, ser respetado y no un niño pequeño, delgadito, flacucho como me decían, con "peinado de príncipe valiente" que creo que solo a mi mamá y mujeres enormes les gustaba y hacían como si fuera un muñeco... las odiaba.

Bueno terminé con el peinado a mi petición y lamentos cínicos de mi madre que divertida, encima me preguntaba que por quien me cortaba el pelo, era un martirio que mi madre se metiera en mi naciente vida sentimental. Yo no tenía ni idea que me pasaba y todavía así ella se burlaba... Años después cuando entendí que llevarle a tu hijo tán solo 17 años pues es parte de un juego, mi mamá era una niña más en la historia. Pero feliz, maté al principe valiente hijo que tenía y yo me decía, con este corte, de raya a lado, seré hombre. Orgulloso salí de la peluquería.

Pues al nuevo-amigo del camión le confesé mi delirio. Ahí, desde pequeño aprendí a minimizar sentimientos que con los años comprobé como un acto natural de sobeviviencia y de negociación. Mostrar el interés abiertamente por algo o alguien, es casi dejarte matar en el paredón de los intereses y el chantaje... aprendí.

Le dijo. Me enteré una mañana que llegue como siempre corriendo despavorido a la reja y verla llegar, corría a la reja cuando de pronto me dí cuenta que ella estaba ahí de pie, junto a la reja. Frené como caballo en ruedo, como Don Gato cuando ve a Matute y cree salirse con la suya, como Benito al pasarse de largo ante un sandwich de huevo duro, frene... me quede estático. Ella me veía. Creo que mis latidos se escuchaban en toda la escuela. Me helé. Su mirada y su sonrisa me volvieron estatua, hoy que escribo aun siento esa mirada y ese sentimiento... no podía creerlo.

-Juan Carlos... dijo. Su voz, mi nombre. Mi nombre en su boca, en su aire, en su aliento, me retumbo en la mente mil veces. Estaba en ella, por primera vez en mi vida me gustó mi nombre, lo amé, lo adoré, quise enmarcarlo en oro, grabar su voz en cassette (no había de otra...) poder dormir y despertar con ese ruido que parecía música; mi nombre, Juan Carlos...

Me acerque, despacio y no dejaba de mirarme. Cuando estuve cerca la vi hacia arriba, era enorme, grande, Dios mio a lo lejos no era tan alta! odie ser enano, como me decían. Odié ser chiquito. Me dijo que sabía que le gustaba, que mi "amigo" le había dicho, que era yo muy lindo. Que si tuviera muchos, muchísimos años más la podría poner muy nerviosa (yo tenía 9, ella 15... 6 años! 6 siglos!!!)... creo que si me leyese ahora, estaría riendo escuchando a Chopin como yo a sus casi 50.

Y ahí escuche por vez primera la frase, la frase que me mató, la frase que a los años cuantas veces no me haría llorar, la frase que muchos me confesarían es la más dura de recibir, la frase que se escribe y dice con la esperanza de no perder lo perdido, la frase que hace del sentimiento de querer besar algo sucio, algo inapropiado, algo reservado para otros, la frase que divide una vida y da vuelta a otro capitulo, la frase que algunas veces uno dice ¿y si hubiera? la frase que decanta el sentimiento y te hace sentirte vulgar de querer expresar sentimientos íntimos cuando todo se pretende que sea abierto, la frase que hace pasar del beso enamorado, al beso de hermanos, la frase que vuelve un abrazo a la union de dos cuerpos en hermandad, la frase... "seamos amigos".

No lloro. Entiendo y si quiero ser amigo. Pero confieso que hay momentos donde uno se siente un niño, con una reja y que prefiere ver a lo lejos algo bello, algo intocable, un amor secreto, un sentimiento íntimo y mejor dejarlo ahí... hoy no lloro y hoy digo... seamos amigos. Sonrío y volvamos a acomodar el tiempo que no se donde estoy...

Beso.

Comentarios

  1. Sobre algunas preguntas que me llegaron... respondo: NO. En el texto menciono que este escrito no tiene relación con los tiempos. Lo que digo y concluyo, sucedió en algun momento del tiempo "desordenado" de mi vida en este unico caso.

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  2. Carlos... amigo... " Seamos amigos ..." ;)

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