Palermo, Buenos Aires
Julio 2008

El día está frío. El viento helado barría las calles y poca gente caminaba en el barrio. Ella apretaba más y más su abrigo que apenas tapaba el breve vestido que la noche anterior tantas veces había sido mirado... Las lágrimas se helaban en sus mejillas, el maquillaje ya tenía horas de haberse corrido y solo algunos vestigios negros dejaban un rostro bello leer claramente -ha llorado. Rostro blanco, manchones negros alrededor de sus ojos, rostro gótico, rostro dramático, alejado, duro, bello... muy bello.

De pié en la esquina miraba hacia las torres. A donde iría, a donde pondría en paz sus sentimientos de dolor, de odio, de desesperación e impotencia ante el crimen. Crimen de amor, crimen de dolor, crimen que no mata, pero que hiere lentamente, que quema poco a poco el amor que no puede sacar del fuego. Quería gritar, quería pegar, quería herir de la forma que estaba herida, sus ojos fijos en las torres.

Pensó y las palabras mentales silenciosas salieron con voz de dolor.

-"Te odio, te maldigo, maldito. Me tienes, me tuviste, fuí tuya toda, mi mundo era el tuyo. Entregé mi vida en mente, cuerpo y alma y tu me fallaste. Fallaste al dudar de mi, fallaste al no creer como yo creí en ti. Mis ojos eran los tuyos, mi lengua era la tuya. Mi ser era parte de ti, el tuyo mio. Poseíste mi mente, mi mirada, mis anhelos fuiste tu.

Fuí tu esclava de hacer, de querer, de beber, de comer, de lamer todo lo que tu quisiste, todo lo que tu deseaste. Fuí esclava de un amor que jamás sentí posible que pudiera dar. Fuí amante de tu ser, depositaria de tu deseo, enredada en tu deseo. Fuí tu lujo. Fuí tus cuadros, fuí tu admiración por los colores valientes, groseros, descarados.

Te odio tanto como te amo al dejarme así. Perdida, enamorada con dolor. Deseada y vejada. Violada en la inocencia del amar sin condición. No quiero saber más de ti, pero no quiero dejar de saber de ti. No quiero que me busques y quiero que me alcanzes y me abrazes y me beses y me vuelvas a hacer tuya sin decir palabra. Quiero odiarte y
sentirte en mi. Quiero llorar y chillar como bestia sacando el dolor que me provocas pero sin poder dejar de tocar tu cuerpo y ver tus ojos de niño clavados en mis pupilas.

Quiero que cada palabra que proferiste te la tragues completa en tu boca al tiempo que la beso y que mi saliva te ahogue y te mate como veneno enamorado que arde en tu alma, quiero gritarte al oido ¡te odio! ¡te odio! y ¡te amo! quiero dejarte sordo con el eco de mi voz y mis palabras retumbando infinitamente en tu cerebro grabados hasta que mueras, ¡quiero morir a tu lado!..."-


Seguía de pie. La noche se acercaba. Las lagrimas corrían por su cara nuevamente. De pie inmovil como farola de noche con su abrigo que apenas le cubría y tapaba el breve vestido que la noche anterior tantas veces había sido mirado...

La noche cerró Palermo el color se fué y la brisa la rodeaba cuando ella comenzó a caminar alejandose sola. El viento acercó una voz, lejana se escuchó, la voz de él flotó...

-Perdóname...-



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